Gigante (mitología griega)

Apariencia mover a la barra lateral ocultar Poseidón (izquierda) con un tridente y con la isla Nísiros en su hombro, luchando contra un Gigante (posiblemente Polibotes), vaso de figuras rojas c. 500–450 a. C. (Cabinet des Medailles 573)

En la mitología griega, los Gigantes (en griego antiguo Γίγαντες, ‘nacidos de la tierra’) son una raza caracterizada por su fuerza y agresividad excepcionales (no necesariamente por su tamaño).​ Son conocidos por la Gigantomaquia, su lucha contra los dioses olímpicos por la supremacía del cosmos.​ Conviene distinguir entre ellos a los Gigantes de la mitología primordial, hijos de Gea, de los concebidos posteriormente.

Representaciones arcaicas y clásicas muestran a los Gigantes como hoplitas con tamaño y forma humana.​ Representaciones posteriores (después de c. 380 a. C.) los muestran con serpientes en lugar de piernas.​ En tradiciones posteriores, los gigantes fueron frecuentemente confundidos con otros enemigos de los Olímpicos, particularmente con los Titanes, una generación anterior de hijos de Gea y Urano.

Se dice que los Gigantes que fueron derrotados fueron enterrados bajo volcanes, y que estos eran los causantes de las erupciones volcánicas y terremotos.

Gigantes primigenios

Gigante luchando contra Artemisa.

Según Homero, los Gigantes eran una raza de hombres salvajes y de grandes dimensiones, gobernados por Eurimedonte, que moraba en el lejano oeste, en la isla de Trinacia. Pero fueron exterminados por el propio Eurimedonte debido a su insolencia hacia los dioses.​ Homero consideraba pues a los Gigantes, como a los feacios, cíclopes y lestrigones, una de las razas autóctonas que (con la excepción de los feacios) fueron destruidas por los dioses debido a su autoritaria insolencia. No obstante Homero no sabía nada sobre la lucha de los dioses con los Gigantes.

Posidón, el que agita la tierra, a Nausítoo primero engendró en Peribea, mujer de sin par hermosura; fue la hija menor que dejó Eurimedonte, el de altivo corazón, que reinó en los soberbios gigantes y al cabo a su pueblo insensato arruinó y a la par a sí mismo. Con aquélla se unió Posidón y tuvieron por hijo a Nausítoo el magnánimo, rey de las gentes feacias que a Rexénor y Alcínoo a su vez engendró. Homero: "Odisea" VII vv. 56 - 63

Sin embargo, Hesíodo​ los considera seres divinos, que surgieron de la sangre que Urano derramó sobre la Tierra, siendo pues Gea su madre. Para ser más precisos, nacieron con sus hermanos y hermanas, las Erinias y las Melíades, cuando Crono castró a Urano, su padre, y la sangre de este cayó sobre Gea. Poetas y mitógrafos posteriores los confunden frecuentemente con los Titanes.​ Hesíodo los vuelve a mencionar sucintamente en el Catálogo de mujeres, donde dice que «Heracles en Flegra dio muerte a unos gigantes soberbios».Higino parece que recoge diferentes tradiciones (e incluso algunos nombres están corruptos), pero da su propia nómina de gigantes:

De Tierra y de Tártaro (nacieron) los Gigantes: Encélado, Ceo, *Elentesmorfio, Astreo, Peloro, Palante, Énfito, Forco, *Yenio, Agrio, *Alemone, Efialtes, Éurito,*Efracoridón, Teomises, Teodamante, Oto, Tifón, Polibotes, Menefíaro, Abseo, Colofomo y Jápeto. Higino: prefacio 4 de las "Fábulas"

Según algunos, nacieron en Flegra (‘campo en llamas’), en Sicilia, Campania o Arcadia y, según otros, Flegra era el nombre mítico de la península tracia de Palene.​ Es digno de mención que Homero, así como escritores posteriores, sitúe a los Gigantes en zonas volcánicas, y la mayoría de los expertos lo hagan en áreas de Europa occidental. El origen de la historia de los Gigantes debe pues buscarse probablemente en fenómenos físicos similares de la naturaleza, especialmente en los volcánicos, de los que surgieron las historias sobre los Cíclopes. Estos Gigantes intervienen poco en la mitología. Aparecen esencialmente en el episodio de la Gigantomaquia (o ‘Guerra con los Gigantes’), en la que se enfrentaron a los dioses del monte Olimpo, intentando llegar a ellos apilando las dos cadenas montañosas de Tesalia, Pelión y Osa, una sobre la otra. Sin embargo, fueron derrotados por los dioses olímpicos con la ayuda de Heracles. Esta batalla parece ser solo una imitación de la revuelta de los dioses griegos contra los Titanes, la Titanomaquia. Se decía​ que Gea, indignada por el destino de sus hijos anteriores, los Titanes, engendró sola a los Gigantes, seres monstruosos e inconquistables con temibles rostros y colas de dragón.

Gea, irritada a causa de los Titanes, procrea con Urano a los gigantes: insuperables por su tamaño e invencibles por su fuerza, mostraban temible aspecto, con espesa pelambre pendiente de la cabeza y el mentón, y escamas de dragón como pies. Habían nacido según unos en Flegra, según otros en Palene. Arrojaban al cielo encinas encendidas y piedras. Aventajaban a todos Porfirión y Alcioneo -que era inmortal mientras combatiera en su tierra nativa; éste expulsó de Eritía las vacas de Helio. A los dioses se les había vaticinado que no podrían aniquilar a ningún gigante a menos que un mortal combatiera a su lado. Conociendo esto Gea busca una droga para que no pudieran ser vencidos ni por un mortal. Pero Zeus prohibió aparecer a Eos, Selene y Helio y, adelantándose, él mismo destruyó la sustancia y por medio de Atenea llamó a Heracles en su ayuda. Éste primero disparó su arco contra Alcioneo, quien al caer en tierra se reanimó. Por consejo de Atenea, Heracles lo arrastró fuera de Palene y de este modo acabó con él. En la batalla Porfirión atacó a Heracles y a Hera. Zeus le inspiró deseo por Hera, y cuando Porfirión le desgarró los vestidos queriendo forzarla y ella pidió ayuda, fue fulminado por Zeus y asaeteado por Heracles. En cuanto a los demás gigantes, Apolo flechó a Efialtes en el ojo izquierdo y Heracles en el derecho. Dioniso mató a Éurito con el tirso, Hécate a Clitio con teas, y Hefesto a Mimante lanzándole hierros candentes. Atenea arrojó sobre Encélado fugitivo la isla de Sicilia, y habiendo arrancado la piel a Palante, con ella protegió su propio cuerpo en el combate. Polibotes llegó a Cos perseguido a través del mar por Posidón; éste desgajó la parte de la isla llamada Nísiro y se la echó encima. Hermes, cubierto con el casco de Hades durante la lucha, mató a Hipólito, Ártemis a Gratión, las Moiras, armadas con mazas de bronce, a Agrio y Toante, y a los demás los destruyó Zeus alcanzándolos con sus rayos. Heracles remató con sus flechas a todos los moribundos. Pseudo-Apolodoro: "Biblioteca mitológica",·I 6, 1-2

Según Pausanias, para los arcadios la Gigantomaquia tuvo como escenario la cuenca del río Alfeo.

Fuente que evoca al Gigante Encélado surgiendo de la Tierra, en los jardines del Palacio de Versalles.

Estos Gigantes fueron:

Otros Gigantes

Estatuilla de bronce de un Gigante procedente de Asia Menor, tercer cuarto del siglo II a. C.

Mientras que los Gigantes de la primera generación constituyen un conjunto coherente sobre el que las diversas fuentes se ponen de acuerdo, los que aparecieron posteriormente forman una nebulosa dispar, siendo considerados Gigantes según el autor. Su apariencia no es ya necesariamente monstruosa, y solo tienen en común con los más antiguos su enorme tamaño y fuerza.

Estos Gigantes fueron:

Iconografía

Parte del altar de Zeus de Pérgamo en el que dos Gigantes —Agio y Toante— son derrotados por las Moiras. Berlín, Museo de Pérgamo.

Las primeras representaciones de la gigantomaquia aparecen en el siglo VI a. C. en vasos, esculturas y elementos arquitectónicos. En ellas, el aspecto de los Gigantes es el de hombres armados. A partir del periodo clásico, empiezan a perder sus armaduras (a excepción, a veces, del casco y del escudo) y en ocasiones se les dota de un aspecto más salvaje realzando sus barbas o colocándoles pieles de animales. Un lugar destacado donde se representaba la gigantomaquia era en el peplo que se ofrecía a Atenea en la procesión de las panateneas.

Posteriormente, en el siglo IV a. C., se relaciona a los Gigantes con los volcanes de Italia. Es en esta época cuando se empieza a representar a los Gigantes con piernas de serpiente.

Del periodo helenístico la representación más destacada de los Gigantes aparece en el altar de Pérgamo, donde aparecen algunos Gigantes con piernas humanas y otros con piernas de serpientes. Este modelo, en el que los Gigantes lucen una gran musculatura, cabellos alborotados y grandes barbas, tuvo continuidad en la época romana, aunque en este periodo las piernas de los Gigantes tienen siempre forma de serpiente.

Los Gigantes están prácticamente ausentes en la iconografía de la Edad Media. Reaparecen a partir del renacimiento, como simples hombres musculosos que luchan contra Zeus.

Referencias

  1. Beazley Archive 204546; Arthur Bernard Cook, Zeus: A Study in Ancient Religion, volumen III, lámina III, A.
  2. En cuanto a su tamaño: Hansen, pp. 177: "Hesiod describes them as being "great," referring perhaps to their stature, but the Giants are not always represented as being huge. Although the word giants derives ultimately from the Greek Gigantes, the most persistent traits of the Gigantes are strength and hubristic aggression."
  3. Moore 1985, p. 21.
  4. Gantz, pp. 446, 447.
  5. Gantz, p. 453; Hanfmann 1992, The Oxford Classical Dictionary s.v. "Giants".
  6. Homero, Odisea vii.59, 206, x.120; comp. Pausanias viii.29.2.
  7. a b c d e f g h i j k l m n Hesíodo, Teogonía 183 y sig.
  8. Servio, Sobre la Eneida viii.698, Geórgicas i.166, 278; Horacio, Cármina iii.4.42.
  9. Hesíodo: Catálogo de mujeres, fr. 43 a (West)
  10. a b c d e f g h i j k l m n ñ Apolodoro i.6.1 y sig.
  11. Pausanias viii.29 §2; Píndaro, Nemeas i.67; Estrabón pp.245, 281, 330; Escolio sobre la Ilíada de Homero viii.479.
  12. Ovidio, Tristes iv.7, 17.
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  14. a b c d e f Nono xlviii.10 y sig.
  15. Píndaro, Ístmicas vi.33.
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  17. a b Brinkmann, Vinzenz (1985): Die aufgemalten Namensbeischriften an Nord- und Ostfries des Siphnierschatzhauses. Bulletin de Correspondance Hellénique. 109, 77–130.
  18. Nono xxv.486.
  19. Claudiano, Gigantomaquia 101 ss.
  20. Virgilio, Eneida' iii.578.
  21. Focio, Bibliotheca Codex 190.
  22. Pollitt 1986, p. 105; Pergamon Altar image viewer Archivado el 26 de noviembre de 2013 en Wayback Machine..
  23. Apolonio, Argonáuticas iii.1226.
  24. Pausanias i.2.4.
  25. Antonino Liberal, Metamorfosis 21.
  26. Esteban de Bizancio, voz "Almopia"
  27. Odisea XI 305, Catálogo de mujeres fr. 6, Apolodoro I 5, 3; Fabulae 28
  28. Apolodoro. II 5, 11; Fabulae 31 ; Diodoro Sículo IV 17; Píndaro: Istmicas IV 87; Lucanio, Farsalia IV 590; Juvenal III 89; Ovidio 397
  29. Apolodoro, Epítome vii.12.
  30. Apolodoro II 1, 2; Ovidio: Metamorfosis. I 264
  31. Enciclopedia Suda, voz «Aristeo»
  32. Pausanias i.35.6, vii.2.5.
  33. Nicandro de Colofón, fragmento 20
  34. Virgilio: Eneida VIII 195; Ovidio: Fastos I 543
  35. Hesíodo: Teogonía 280, ss; Higino: prefacio de las Fábulas, y Fábulas 151.
  36. Ptolomeo Hefestión vi.
  37. Fr. anónimo (quizás Pamprepio de Panópolis), revista Romanica Olomucensia; Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma I 11, 2; 12
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  39. Homero, Odisea vii.56 y sig.
  40. Apolodoro II 5, 10
  41. Pausanias i.35.7-8.
  42. Pausanias viii.36.2.
  43. Diodoro Sículo: Biblioteca histórica V 71.2
  44. Ptolomeo Hefestión, Nueva era Bk2
  45. Homero: Odisea XI 309; Estrabón IX; Tzetzes, sobre Licofrón 328
  46. Eustacio, sobre la Odisea X 305, nos dice que Alejandro de Pafos contaba la historia de que Picóloo, añadiendo un detalle, que protegió a su hija con su escudo".
  47. Ateneo 78a
  48. Apolodoro I 9, 26 ; Apolonio de Rodas IV 1638; Platón: Minos. p. 320
  49. Odisea VIII. 324; Apolodoro. I 4, 1; escolio sobre Apolonio de Rodas. I 181, 761; Píndaro: Píticas. IV 81
  50. Pausanias iii.18.11.
  51. Miguel Ángel Elvira Barba, Arte y mito: manual de iconografía clásica, pp.91-93, Madrid: Sílex (2008), ISBN 78-84-7737-196-0.

Bibliografía

Véase también

Enlaces externos