En el mundo moderno, Certeza y opinión se ha convertido en un tema de creciente importancia y relevancia. Ya sea en el ámbito de la tecnología, la salud, la política o la cultura, Certeza y opinión ha capturado la atención de expertos, investigadores y público en general. El impacto de Certeza y opinión se ha hecho sentir en múltiples aspectos de la vida cotidiana, generando debate, controversia y avances significativos en diversos campos. En este artículo, exploraremos la influencia de Certeza y opinión en la sociedad actual y sus posibles implicaciones para el futuro.
La certeza es un estado mental en el que un individuo está convencido de la verdad de una proposición o conocimiento, sin albergar dudas sobre su validez. Se distingue de la mera creencia u opinión en que la certeza implica un alto grado de seguridad subjetiva e, idealmente, una justificación objetiva basada en la evidencia o en la validez lógica.
La certeza se sitúa en un espectro que va desde la completa ignorancia hasta el conocimiento absoluto. Entre estos extremos se encuentran estados como la duda (donde hay incertidumbre y falta de confianza en la verdad de una proposición) y la opinión (donde hay una afirmación, pero con la admisión de la posibilidad de error).
La certeza no es meramente un sentimiento subjetivo, sino que, en el contexto del conocimiento, idealmente debería estar respaldada por:
Es importante distinguir la certeza *epistemológica* (relacionada con el conocimiento) de la certeza *psicológica* (un sentimiento de seguridad) o de las certezas *sociales* (basadas en creencias compartidas, ideologías, fe religiosa, etc.). Estas últimas pueden ser muy importantes en la vida personal y social, pero no deben confundirse con el conocimiento científico o filosófico riguroso.
La cuestión de si es posible alcanzar la certeza y cómo hacerlo ha sido un tema central en la filosofía y la epistemología a lo largo de la historia. Se pueden identificar dos posturas extremas:
El realismo filosófico, en sus diversas formas, sostiene que:
Para los realistas, la certeza es posible, al menos en principio, cuando nuestras creencias se corresponden con la realidad y están justificadas por la evidencia o la razón. Autores como Platón, Aristóteles (y sus seguidores escolásticos), y en la modernidad, Descartes, defendieron alguna forma de realismo y la posibilidad de la certeza, aunque con diferentes matices.
El escepticismo, por otro lado, cuestiona la posibilidad de alcanzar la certeza, e incluso la posibilidad de cualquier conocimiento objetivo. Los escépticos argumentan que:
Figuras como Pirrón en la antigüedad, y David Hume en la modernidad, son representantes destacados del escepticismo. Algunos escépticos moderados admiten la posibilidad de conocimiento probable u opiniones justificadas, pero niegan la posibilidad de la certeza absoluta.
Entre estos dos extremos, han surgido numerosas posturas intermedias y desarrollos a lo largo de la historia de la filosofía:
La ciencia contemporánea, si bien busca un conocimiento objetivo y bien justificado, generalmente no aspira a la certeza absoluta. Varios desarrollos han contribuido a esta visión más modesta:
La ciencia actual se caracteriza por:
Es importante distinguir la certeza de otros estados mentales relacionados con el conocimiento:
En el ámbito de la vida cotidiana y social, las creencias y las opiniones juegan un papel fundamental. Sin embargo, es crucial no confundir las certezas subjetivas o sociales con el conocimiento objetivo y justificado que busca la ciencia y la filosofía. La certeza, en un sentido epistemológico riguroso, es un ideal difícil de alcanzar, y la mayoría de nuestro conocimiento se encuentra en el terreno de la opinión informada y la creencia razonable.
La certeza como un concepto relacionado al conocimiento tiene implicaciones en la sociedad, especialmente en el ámbito de las creencias o la fe. La distinción entre certeza y conocimiento es importante porque evita la confusión que se produce cuando las afirmaciones ideológicas o de creencias pretenden establecerse como certezas de conocimiento verdadero en el mismo plano y ámbitos cognoscitivos propios de la ciencia.
El problema del conocimiento y la afirmación como certeza u opinión es muy complejo. Por ello hay diversas interpretaciones y valoraciones o sentidos en el ámbito del conocimiento y de la vida social a lo largo de la historia. La problemática que plantean la certeza y la opinión es muy compleja. Por ello hay diversas interpretaciones y valoraciones o sentidos en el ámbito del conocimiento y de la vida social a lo largo de la historia.
La certeza respecto a una verdad no basada en el conocimiento (creencias basadas en la tradición, en la religión, ideologías etc.), debe considerarse como pertenecientes a otra esfera independiente del conocimiento y comprendida en un concepto diferente: la fe, la confianza, la seguridad en el reconocimiento social, etc.
A partir de tales creencias tenidas como verdades se deducen formalmente, como argumentos, consecuencias que se consideran verdades cognoscitivas indudables como explicaciones. Las creencias como certezas no cognoscitivas tienen un valor importante en la vida humana, porque son un fundamento para la cohesión social; su utilidad social es producto de una "tradición" que se aprende por "culturación" y no son discutibles, ni están sometidas a método alguno de control crítico. Pero no pueden ser consideradas en el mismo plano y con el mismo contenido de verdad que las verdades de la ciencia, al estar éstas sometidas a criterios bien definidos y consensuados por la Comunidad científica