Juan Diego Cuauhtlatoatzin

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Juan Diego Cuauhtlatoatzin

Pintura de San Juan Diego en la Basílica de Guadalupe (México) 
Información personal
Nombre de nacimiento Juan Diego- alias Marcel Gil
Nacimiento 28 de enero de 1474
pueblo de Cuauhtitlán,
región de Tenochtitlan,
Imperio azteca
(ubicado en el México moderno)
Fallecimiento 30 de mayo de 1548 (74 años)
Tepeyac,
Ciudad de México,
Virreinato de Nueva España
(ubicado en el México moderno)
Religión Iglesia católica
Información profesional
Ocupación
  • Campesino
  • «visionario» mariano
Información religiosa
Beatificación 6 de mayo de 1990 por el papa Juan Pablo II
Canonización 31 de julio de 2002 por el papa Juan Pablo II
Festividad 9 de diciembre
Atributos tilma (túnica indígena) 
Venerado en Iglesia católica
Patronazgo Pueblos indígenas

Juan Diego Cuauhtlatoatzin (Cuauhtitlán, 5 de mayo de 1474 - Tepeyac, 30 de mayo de 1548), también conocido como Juan Diego, fue un campesino chichimeca y «visionario mariano». De acuerdo a la tradición católica, él fue el indígena chichimeca novohispano​ que presenció la aparición de la Virgen de Guadalupe en 1531. Fue beatificado en 1990 y canonizado en 2002, en ambos casos por el papa Juan Pablo II.​ Juan Diego es el primer santo indígena de América y el tercer santo de México en ser canonizado tras San Felipe de Jesús y el grupo de 27 mártires de la Guerra Cristera.

La primera mención de Juan Diego se encuentra en el Nican mopohua, un texto incluido en el libro Huei tlamahuiçoltica, publicado por primera vez en 1649 ―101 años después de la supuesta fecha de la muerte de Juan Diego― por Luis Lasso de la Vega, capellán encargado del templo dedicado a la Virgen de Guadalupe en Tepeyac, a unos diez kilómetros de la ciudad de México. Él lo atribuyó a Antonio Valeriano de Azcapotzalco, quien habría sido un indígena letrado por conventos jesuitas y que presuntamente habría escrito el primer manuscrito en 1556.

Biografía

Según la narración de Luis Lasso, Juan Diego había sido un indígena de la etnia chichimeca. Habría nacido el 5 de mayo de 1474 en el barrio de Tlayácac de la ciudad de Cuautitlán (28 km al este-noreste del centro histórico de la ciudad de México), que pertenecía al reino de Texcoco.

Según Lasso, el indio fue bautizado por los primeros misioneros franciscanos en torno al año de 1524.

Juan Diego era un hombre considerado piadoso por los franciscanos y agustinos asentados en Tlatelolco, donde aún no había convento ni iglesia, sino lo que se conocía como «doctrina», una choza donde se oficiaba misa y se catequizaba. Juan Diego hacía un gran esfuerzo al trasladarse cada semana saliendo «muy temprano del barrio de Tlayacac, Cuautitlán, que era donde vivía, y caminar hacia el sur hasta bordear el cerro del Tepeyac».

Según lo escrito por Luis Lasso de la Vega y de acuerdo con la tradición, en 1531, diez años después de la conquista de Tenochtitlan, el sábado 9 de diciembre de 1531 (a sus ya 57 años de edad) muy de mañana en el cerro del Tepeyac escuchó el canto de una coa mexicana (Trogon mexicanus), llamada tzinitzcan en idioma vernáculo, anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe. Ella se le apareció cuatro veces entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531 y le encomendó decir al entonces obispo, fray Juan de Zumárraga, que en ese lugar quería que se edificara un templo. La Virgen de Guadalupe le ordenó a Juan Diego que cortara unas rosas que misteriosamente acababan de florecer en lo alto del cerro para llevarlas al obispo Zumárraga en su ayate. La tradición refiere que cuando Juan Diego mostró al obispo las hermosas flores durante un helado invierno, se apareció milagrosamente la imagen de la Virgen, llamada más tarde Guadalupe por los españoles, impresa en el ayate. El prelado ordenó la construcción de una ermita, donde Juan Diego Cuauhtlatoatzin viviría por el resto de sus días custodiando el ayate en la actual capilla de indígenas.

En sus numerosos escritos y cartas, Zumárraga omitió dejar alguna constancia del milagro de las rosas, o de la construcción de la ermita, o de la existencia del indio Juan Diego.

Murió en la Ciudad de México en la fecha atribuida del 30 de mayo de 1548, a la edad de 74 años.

Fue beatificado (junto a San José María Yermo y Parres y los beatos Niños Mártires de Tlaxcala) en la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México el 6 de mayo de 1990, durante el segundo viaje apostólico a México del papa Juan Pablo II. Finalmente fue canonizado en 2002 por el mismo Juan Pablo II, y la Iglesia católica celebra su festividad el día 9 de diciembre.

Origen etimológico del nombre Cuauhtlatoatzin

Se ha vuelto común traducir el nombre náhuatl Cuauhtlatoa como ‘águila que habla’ (por ejemplo, en Our Lady of Guadalupe and saint Juan Diego: the historical evidence​ : xx ). Dicha traducción, sin embargo, requiere algunas precisiones. Si el nombre Cuauhtlatoa está efectivamente relacionado con las palabras cuauhtli, ‘águila’ y tlahtoa, ‘hablar’, este debería escribirse con una h intermedia, esto es, Cuauhtlahtoa y no Cuauhtlatoa. Más aún, una traducción más exacta sería ‘el que habla como águila’. En el náhuatl del siglo XVI, un compuesto de un sustantivo (cuauhtli) y un verbo intransitivo (tlahtoa) indica una relación de comparación en la que el sustantivo desempeña una función adverbial, esto es, el sustantivo describe la manera en la que la acción del verbo se lleva a cabo​ : 172–173 . Algunos ejemplos de este tipo de compuesto son pitzonemi, ‘andar sucio’ (lit. ‘vivir (nemi) como cerdo (pitzotl)’, ‘hablar con rudeza’ (lit. ‘hablar como cerdo’).​ Así entonces, Cuauhtlahtoa (lit. ‘hablar como águila/él habla como águila’) se traduce más exactamente como ‘el que habla como águila’. De forma adicional, la forma verbal cuauhtlahtoa también puede interpretarse figurativamente como ‘ejercer un gobierno militar’.​ Como nombre propio, Cuauhtlahtoa fue el nombre del tercer rey de Tlatelolco, quien conquistó Cuauhtinchan y fue asesinado por orden de Maxtlaton, señor de Azcapotzalco​ : 222 . La forma honorífica es Cuauhtlahtoatzin, y así aparece en una lista de hijos de Itzcoatl​: 203 .

Controversia por su historicidad

Pese a las defensas de José Bravo Ugarte,Robert Ricard,Ernesto de la Torre Villar con Ramiro Navarro de Anda,Jacques Lafaye,Juan Suárez de Peralta,Juan de Torquemada,​ etc; sectores Historiográficos significativos han cuestionado la existencia de Juan Diego como un personaje histórico real, considerándolo más bien un constructo mitológico que fue inventado por la Iglesia católica en México (basándose en que no fue transmitido la anécdota por el obispo Juan de Zumárraga u otros Cronistas españoles que documentasen los hechos más importantes de la conquista y de la evangelización). Otros creen que de haber existido un Juan Diego histórico, jamás habría vivido los eventos de la aparición mariana de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, considerado como un relato mágico que se inserto por religiosos o por una Alucinación debido soñar o imaginar mucho, en tanto que les parecería sospechosos que las numerosas publicaciones para divulgarlo suelen prevalecer el aspecto devocional sin alguna preocupación por el carácter histórico, concluyendo desde el Método histórico crítico que sería solo un símbolo o un mero sentimiento sin relación alguna a los hechos históricos, reforzado con un vacío documental entre 1531 y 1648 y con la hipótesis de que fray Alonso de Montúfar le encargo al indio Marcos Cipac de Aquino la pintura del Manto de la Virgen de Guadalupe.​ Sin embargo, presentándose tesis contrapuestas para su negación, como quienes afirmarían que fue por causa de una transposición católica de una "divinidad" pagana (Tonantzin), o si fue una adaptación de tradiciones españolas hacia los indios del Reino de México (apelando a coincidencias con la patrona de Extremadura), o una invención Criollista de un proto-Nacionalismo mexicano, o una creación del sujeto basándose en la dialéctica de una epistemología Idealista. Defensores de esta tesis revisionista antiaparicionista han sido:

Muñoz no conoció muchos documentos que hoy tenemos y que poquísimos habían sido editados, pero decir que por eso no existía tan siquiera una letra, una alusión sobre todo sabiendo y reconociendo él mismo que había documentos indígenas inconvertibles, por lo que se zafó del problema, suponiendo que debían ser tardíos o falsificados, llamándolos papeles mugrientos, y porque en todo caso, por ser indios, no valían nada. Fidel González, Eduardo Chávez y José Luis Guerrero (2000): El encuentro de la Virgen y Juan Diego (pág. 5). México: Editorial Porrúa, 2000. Para Nebel, lo decisivo es la traslación injustificada de una hipótesis literaria al terreno de los acontecimientos. La hipótesis se refiere al esquema de la narración de la aparición. Tras ponerlo a partir de la historia de la Virgen de Guadalupe extremeña, y compararlo con la narración del Nican mopohua, se siente autorizado a considerar que lo más probable es que fuera una creación literaria con fines de evangelización. Fidel González, Eduardo Chávez y José Luis Guerrero, El Encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego (México: Editorial Porrúa, 2000), p. 16. Opina que Valeriano condensó una tradición ya existida de las apariciones, y que Juan Diego existía, ligado a las mismas. Don Juan Bautista Muñoz también contradice a O’Gorman, pues afirma que la devoción comenzó a pocos años de la Conquista, y que cuando el Arzobispo Montúfar llegó, en 1554, ya encontró muy difundida la devoción guadalupana en la ermita del Tepeyac. Cfr. Miguel León Portilla, Historia documental de México (México: Editorial UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas México, 1974). Segunda edición, 2 vols. El P. Stafford Poole se limita, en cambio, a afirmar que no hubo conversión masiva de los indígenas, sin probar su tesis. Asimismo, el P. Guerrero refuta que la idea de que la «ermita la fundó Montúfar», por medio de testimonios tan conocidos como la carta del Virrey Enríquez y el mapa de Upssala. Da también razón del porqué del «supuesto silencio documental» del acontecimiento guadalupano del siglo XVI, explicando que los españoles de la época no pudieron darle la importancia que hoy le damos los guadalupanos. Defiende también la importancia de las Informaciones de 1666, demostrando que valen más de lo que Poole les concede. Es un apéndice bastante grueso, en el que Guerrero refuta a Poole, pero interesante para quienes quieran leer las conclusiones del último y las deficiencias en que incurrió. Jesús Hernández, Impugnadores El hecho histórico de Juan Diego es algo que se ha puesto en duda, es decir, sí existió, sí hay registros de que existió un indígena de esas características, pero no hay un registro de que se le haya aparecido la imagen, es decir, la Virgen de Guadalupe. De hecho, en los registros y en los relatos de Zumárraga, el obispo en ese entonces, no hay relato, y eso hubiera sido relevante para el hecho mismo de haberlo narrado, pero esto no quita nada que la gente siga teniendo esta parte en la creencia en el tema religioso (...) lo cuestionado por historiadores es que, quien podía tener acceso al obispo no era cualquier indígena pobre, había que tener cierto estatus para poder ser recibido. Pudo haber pertenecido a una casta, pero subordinada bajo el dominio español. Siendo de clase subalterna en términos de relación con el español, pero en términos de las comunidades indígenas pudo haber tenido cierto linaje. Por ejemplo, es como lo que sucede ahora, no cualquier peregrino podría ir a visitar al cardenal en turno. Regularmente se señala que Juan Diego sí fue parte de ciertos núcleos privilegiados. Felipe Gaytán Alcalá (profesor e investigador de la Universidad La Salle)

En reacción a las corrientes negacionistas o escepticistas, están defensores de Juan Diego y la aparición de la Virgen de Guadalupe como el cardenal Norberto Rivera,​ el investigador Xavier Escalada​ o la investigadora Asunción García Samper de la Biblioteca Nacional de México en Historia y Antropología.​ Ambientes católicos llegarían a afirmar ese negacionismo a Juan Diego y el hecho guadalupano serían producto de un prejuicio de epistemología racionalista que niega la posibilidad de que Dios haya intervenido en el mundo material ni que pueda ser registrado tal contacto en la historia de los hombres con las experiencias de las Revelaciones divinas.​ Como respuesta a este debate historiográfico, en 1998, la Iglesia católica (a través de la Congregación Vaticana para las Causas de los Santos) realizó una Comisión histórica que estudiaría la historicidad de Juan Diego y la Virgen de Guadalupe antes de proseguir con la canonización de Juan Diego, con el historiador Fidel González Fernández (sacerdote comboniano y profesor de las Universidades Pontificias Urbaniana y Gregoriana), experto en Historia eclesiástica, como presidente de la junta, además de ser asistido por los historiadores José Luis Guerrero Rosado y Eduardo Chávez Sánchez. Para el 28 de octubre de 1998 se hizo una exposición para resolver las dudas con respecto a la problemática histórica, concluyéndose a favor de que era un hecho demostrable, declarándolo como real, y presentando 27 archivos con testimonios indígenas guadalupanos, así como 8 de origen mestizo indo-española. Además de criticar la tesis del «silencio histórico-documental» como prueba de invención mitológica por la aparente ausencia de 20 años de documentos históricos que se refieran al hecho, afirmando que muchas fuentes de esos años habrían sido destruidas (según relatan autores de la época como fray Bernardino de Sahagún y Gerónimo de Mendieta) o perdiéndose por incendios de bibliotecas (como la del Archivo del Cabildo de México de 1692), o por la «crisis del papel» de la Nueva España, que hizo que se sacrificaran documentos para reutilizar su papel para otros fines. Mencionándose a su vez que en tiempos virreinales ya se habían propuesto investigaciones para confirmar su veracidad histórica, como un proceso en 1666 (propuesto por el obispo de Puebla y el virrey novohispano) para reconocer el hecho, o una misión personal de Lorenzo Boturini Benalluci en 1739 por el que recogió muchos documentos sobre el hecho guadalupano, o la presentación de las Informaciones jurídicas de 1666 por la Sagrada Congregación de Ritos de la Coronación Canónica de la Virgen de Guadalupe en 1894 para responder «animadversiones».​ Finalmente, los resultados de esta comisión fueron recopiladas en un volumen de 500 páginas con el nombre de El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego, que sería publicado para agosto de 1999. Ahí también se mencionaría registros arqueológicos de la existencia de una casa indígena prehispánica al lado de una pequeña capilla (debajo de una iglesia dedicada a la Virgen de Guadalupe) en donde habría nacido Juan Diego, Cuautitlán, confirmando lo relatado por las tradiciones orales.

Los antiaparicionistas, sin embargo, no pueden explicar con elementos históricos algunos aspectos decisivos de la historia de México sin tener en cuenta el milagro de Guadalupe. Como, por ejemplo, el que, después una conquista dramática y tras dolorosas divisiones y contraposiciones en el seno del mundo político nahuatl, en un lugar significativo para el mundo indígena, en el cerro del Tepeyac, se levantara en seguida una ermita dedicada a la Virgen María bajo el nombre de Guadalupe, que con la Guadalupe de España coincide sólo en el nombre.

No explican tampoco cómo Guadalupe se convirtió en señal de una nueva historia religiosa y de encuentro entre dos mundos hasta ese momento en dramática contraposición.

La historicidad del beato ha quedado tan fundamentada que el presidente de la Comisión creada por la Congregación romana para las Causas de los Santos, Fidel González, está estudiando los orígenes sociales de Juan Diego. No se sabe si era un noble indio o un «pobre» indio. Se trata de una confusión provocada por las traducciones del Nican mopohua al castellano.

Existen otras muchas pruebas históricas sobre la existencia de Juan Diego, como, por ejemplo, la tradición oral, fuente decisiva al estudiar a los pueblos mexicanos, cuya cultura era principalmente oral. Esta tradición, en esos casos suele obedecer a cánones bien precisos y, en el caso de Guadalupe, siempre confirma la figura histórica y espiritual de Juan Diego.

Documentos relacionados

La Iglesia católica reconoce los siguientes documentos relacionados con san Juan Diego y la Virgen de Guadalupe:

Documentos históricos mestizos

Documentos históricos españoles

Existen varios documentos escritos por funcionarios españoles de la época:

Los restantes documentos históricos españoles son testamentos, donativos y mandas a favor de Nuestra Señora de Guadalupe ubicada en Tepeaquilla (Tepeyac) que van del año 1537 a 1580:

Documentos históricos indígenas

Otros documentos históricos

Las Informaciones fueron hechas a instancias de Roma, en las que depusieron 7 maestros en el arte de la pintura, 3 peritos llamados «protomédicos» y 20 testigos, 8 de ellos indígenas de avanzada edad que habrían sido hijos o nietos de personas que habrían tenido contacto directo con el vidente.​ Después de varios años, en 1754 la Congregación de Ritos confirmó el valor auténtico de las apariciones y concedió la celebración de misa y oficio propios para la fiesta de Guadalupe para el día 12 de diciembre.

Según el análisis de comisiones históricas de la iglesia, se puede concluir la existencia de una convergencia en lo esencial entre todas estas fuentes examinadas:

1. En los inicios de la presencia española en México, y precisamente en el valle del Anáhuac, después de una conquista dramática y tras dolorosas divisiones y contraposiciones en el seno del mundo político «náhuatl», en un lugar significativo para el mundo indígena, el cerro del Tepeyac, se levanta en seguida una ermita dedicada a la Virgen María bajo el nombre de Guadalupe, que con la Guadalupe de España coincide sólo en el nombre.

2. Con una fuerza increíble la ermita de Guadalupe se convierte en punto de atracción devocional, en señal de una nueva historia religiosa y de encuentro entre dos mundos hasta ese momento en dramática contraposición.

3. En torno a la primitiva ermita se desarrolla una devotio creciente, ya sea de parte de los indios como de los españoles, criollos y mestizos, que ninguno ―tampoco los influyentes frailes misioneros mendicantes― pudieron frenar. Esta devotio se convierte en el punto de convergencia de los diferentes grupos, «la casa común de todos» que reconocen en María, la «Madre de Aquel por quien se vive» (como la llama el Nican mopohua), la Madre de todos.

4. Esto viene progresivamente señalado por las fuentes: con más fuerza por las indígenas y poco a poco por las españolas. Las indígenas hablan muy pronto de las apariciones e indican con claridad al indio Juan Diego; las españolas son máslentas al principio en las referencias juandieguinas y subrayan más el centro del evento, que es la mediación de la Virgen María.

5. Entre las fuentes, la tradición oral entre los indígenas ocupa un lugar privilegiado.

6. Las fuentes orales, escritas, representaciones (pinturas, esculturas...) y arqueológicas, muestran cómo en torno al hecho guadalupano se desarrolla una creciente atención y devotio, a la cual va íntimamente ligada la veneración popular del vidente beato Juan Diego Cuauhtlatoatzin, considerado como «embajador de la Virgen María».

7. En los lugares vinculados a la vida de Juan Diego se conserva una memoria viva entre los indígenas, ya a partir del siglo XVI, con signos crecientes de veneración. Sobre el lugar donde la tradición decía que surgía su casa natal se levantó una iglesia en honor de la Virgen. Las excavaciones arqueológicas han confirmado la existencia de una casa indígena de finales del siglo XV o principios del XVI debajo y en los aledaños del templo.

8. Los franciscanos al principio permanecieron más bien hostiles ante la aceptación del culto de la Virgen de Guadalupe. Hay que leer los motivos de tal hostilidad a la luz de su conocida metodología misionera frente al mundo cultural y religioso indígena y al miedo de un comprensible sincretismo.

9. El documento llamado Informaciones de 1666 es uno de los más seguros, por su naturaleza jurídica, por su objetivo, por su destinatario y por la calidad de los testigos, sobre todo indios, que nos dan abundantes noticias transmitidas por su tradición oral relativas al Acontecimiento guadalupano y a su paisano Juan Diego culto a los santos (1634). Sin embargo, tales disposiciones cooperaron a suspender cautelosamente formas explícitas de culto, pero sin llegar nunca a erradicarlo de la mentalidad popular, como lo demuestran los numerosos documentos de la segunda mitad del siglo XVII en adelante..

Historia guadalupana en cine y televisión

Cine

Ramón Novarro interpretando a Juan Diego en La virgen que forjó una patria (1942).

Televisión

Véase también

Referencias

  1. Iraburu, J. Mª. op. cit. p. 127. 
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  12. Jesús Hernández, Informaciones jurídicas de 1666.
  13. Jackes Lafaye, Quetzacóatl y Guadalupe. La formation de la conscience nationale au Mexique (París: Editorial Gallimard, 1974), págs. 315-320. Este autor no era simpatizante de la realidad histórica del misticismo y la sobrenaturalidad del hecho guadalupano. Sin embargo, harías aportes importantes por medio un estudio en el que explica los elementos concomitantes que causaron la hostilidad de los franciscanos contra Montúfa.
  14. Juan Suárez de Peralta, Tratado del descubrimiento de las Indias (México: SEP, 1949), p. 16.
  15. Juan de Torquemada, Monarquía Indiana (México: Editorial Porrúa, 1986) vol. 3, p. 357.
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  34. El original de este documento pertenece a la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, gracias a la donación de la familia que lo custodiaba. http://basilica.mxv.mx/web1/-apariciones/Documentos_Historicos/Mestizos/Codice_1548.html
  35. «Copia archivada». Archivado desde el original el 1 de agosto de 2019. Consultado el 30 de marzo de 2015. 
  36. Cf. Pruebas en Xavier Escalada: Enciclopedia guadalupana, vol. V.
  37. Sahagún, Bernardino de: Historia general, libro XI, capítulo XII, págs. 704-705.
  38. Biblioteca Laurenzio Medicea, de Florencia (Italia), bajo la clasificación Laur. Medic. Palat. 218-20.
  39. http://basilica.mxv.mx/web1/-apariciones/Documentos_Historicos/Mestizos/Inin_Huey.html
  40. Escalada, Xavier (1995). Enciclopedia guadalupana: temática, histórica, onomástica. México: Beityala. pp. 449-450. ISBN 9789686525038.  |fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
  41. Guadalupe: pulso y corazón de un pueblo: El Acontecimiento Guadalupano, cimiento de la fe y de la cultura americana by Fidel Gonzalez. Página 341.Página 340.
  42. Biblioteca Nacional de México, vol. 132bis de los manuscritos en lengua náhuatl. Ms. 1475 del Fondo de Origen. http://basilica.mxv.mx/web1/-apariciones/Documentos_Historicos/Mestizos/Inin_Huey_Tlamahuitzoltzin.html
  43. Mapa de Alva Ixtlilxóchitl, en Biblioteca Nacional de México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México 1891-1892.
  44. Biblioteca Pública de Nueva York. Col. Lennox. Monumentos Guadalupanos, extraído de Página oficial de la Virgen de Guadalupe.http://basilica.mxv.mx/web1/-apariciones/Documentos_Historicos/Mestizos/Nican_Moctepana.html
  45. Archivo General de la Nación (AGN), Ramo: Vínculos, vol. 232, exp. 1, fols. 15-20. El texto náhuatl del testamento está en los fols. 11-14.
  46. http://basilica.mxv.mx/web1/-apariciones/Documentos_Historicos/Mestizos/Testimonio_Fernando.html
  47. http://basilica.mxv.mx/web1/-apariciones/Documentos_Historicos/Espanoles.html
  48. Cervantes de Salazar, Francisco (1554): Tres diálogos latinos.
  49. El original de estas informaciones se hallaba todavía recientemente en el Archivo del Arzobispado de México. Actualmente se ignora su paradero: solo existen copias simples tomadas del original, proporcionadas por el sacerdote franciscano Domingo Guadalupe Díaz.
  50. El testimonio de Andrés de Tapia, paleografiado por Francisco Fernández del Castillo, fue publicado en el t. XII de las publicaciones del Archivo General de la Nación, México, 1927.
  51. http://basilica.mxv.mx/web1/-apariciones/Documentos_Historicos/Espanoles/Mapa_Upssala.html
  52. El original de este Ms. de 1568 se encuentra en el Archivo General de la Nación, en el tomo XIV de cuyas publicaciones apareció por primera vez (México, 1943).
  53. a b El original del 2.º Libro de Actas de Cabildo, de donde se han tomado los textos citados, se halla perdido. Solo existe en el Archivo Histórico de la Catedral de México una copia fotostática de aquel extraviado original.
  54. El documento original de esta descripción se encuentra en: Archivo General de Indias (AGI), S. Audiencia de México, legajo 280.
  55. El original de la carta mencionada se encuentra en: Archivo General de Indias (AGI), Documento Mexicano 69, n.º 3.
  56. El original en latín de la petición de Pedro Moya de Contreras se encuentra en: Archivio Segreto Vaticanio (ASV), A.A. Arm. I-XVIII 1824.
  57. Díaz del Castillo, Bernal : Historia verdadera de la conquista de Nueva España, cap. 150 y cap. 210. Madrid, 1632.
  58. Actualmente, el original del testamento no se halla ni en el Archivo Municipal de Colima (donde había sido encontrado), ni en el Archivo del Estado, que es donde actualmente está lo que queda de los protocolarios del escribano Juan de la Torre. Es posible que el original se haya perdido para siempre, aunque ha sido denodadamente buscado, en los archivos de la ciudad de Colima y Villa de Álvarez por el licenciado Arturo Rocha, quien reencontró, en 1998, el testamento de Elvira Ramírez).
  59. El original de este documento, hallado en el Archivo Municipal de Colima, al parecer ya no existe. No se le encuentra ni en el Archivo Municipal ni en el Archivo del Estado de Colima.
  60. El original del documento se encuentra en: Archivo Histórico de la Basílica de Guadalupe (AHBG), Ramo: Testamentarias, Caja 1, vol. 1, Compilación 1»., n.º 7, págs. 17-31.
  61. http://luxdomini.net/_gpe/contenido1/guadalupe_doc_hisp.htm
  62. El original del documento se encuentra en: Archivo General de la Nación (AGN), Ramo: Bienes Nacionales, vol. 391, exp. 10.
  63. El original del documento se encuentra en: Archivo General de la Nación (AGN), Ramo: Bienes Nacionales, vol. 391, exp. 16, fol. 5 r.
  64. Testamento de Sebastián Tomelín. 1572Mencionado por Lorenzo Boturini en su Catálogo (n.º 3), quien tenía una copia, y aprovechado por los sabios Fortino Hipólito Vera y Jesús García Gutiérrez, el original de este testamento no se conoce. En cuanto a la copia de Boturini, hay que indicar que éste le encargó al alcalde ordinario de la ciudad de Puebla un testimonio auténtico del testamento de Tomelín, mismo que se le dio autorizado por el escribano Diego Antonio Bermúdez de Castro, a 6 de septiembre de 1738. Constancia de este testimonio, y aun otra copia del testamento, se hallan en: Archivo Histórico de la Basílica de Guadalupe (AHBG), Ramo: Testamentarias, Caja 1, vol. 1, compilación 1», n.º 5, págs. 13-16.
  65. El original de este documento se encuentra en: Archivo General de la Nación (AGN), Ramo: Bienes Nacionales, vol. 391, exp. 16.
  66. El original del documento se encuentra en: Archivo General de la Nación (AGN), Ramo: Bienes Nacionales, vol. 391, exp. 11.
  67. El original de este testamento, descubierto a principios del siglo XX por José María Rodríguez Castellanos en el Archivo Municipal de Colima, se hallaba extraviado. Fue reencontrado por el licenciado Arturo Rocha el 21 de septiembre de 1998, en el Archivo General del Estado de Colima (AGEC), donde ahora se custodia bajo la clasificación: AGEC, Caja 4, exp. 10: Registro de escrituras públicas ante Francisco López (año 1577), 56 fols. El testamento en sí ocupa sólo 5 folios.
  68. http://basilica.mxv.mx/web1/-apariciones/Documentos_Historicos/Indigenas.html
  69. Iraburu, José María. «El santo Juan Diego y Guadalupe». Catholic.net. Consultado el 7 de agosto de 2012. 
  70. Biblioteca Pública de Nueva York, Col. Ramírez. Monumentos Guadalupanos (removed from case 2), NYPL, Ser. I, vol. I, 207. (Ésta es la localización de la copia más antigua que se conoce).
  71. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), Colecc. Antig. n.º 273-274.
  72. Chimalpahin Cuahtlehuanitzin, Relaciones Originales de Chalco Amaquemecan, Ed. FCE, México 1965, página 264.
  73. Bibliothèque nationale de Paris. Col. Aubin-Goupil, Doc. 74.
  74. «Catalog of Solar Eclipses: 1501 to 1600». NASA. Consultado el 3 de diciembre de 2015. 
  75. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), Colecc. Antig. n.º 12, 1.
  76. Archivo Histórico de la Basílica de Guadalupe (AHBG), Ramo: Historia, Caja 101, exp. 1 (62 fols.), págs. 11 y 12 §24, p. 13 §27, p. 17 §33, p. 21 §49.
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  78. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), Archivo Histórico n.º 1040.
  79. Escalada, Xavier (1995). Enciclopedia guadalupana: temática, histórica, onomástica. México: Beityala. pp. 37-39. ISBN 9789686525038.  |fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
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  94. http://basilica.mxv.mx/web1/-apariciones/Documentos_Historicos/Indigenas/Noticias_Curiosas.html
  95. González, Chávez, Guerrero: El encuentro, 323; F. González, Guadalupe, pulso y corazón de un pueblo, 280. La traducción del texto fue realizada por Faustino Galicia Chimalpopoca. Cfr. Cuevas, Álbum Histórico Guadalupano, 85-86.
  96. Rocha Cortés, Arturo. «Testamento de Cuauhtitlán - Comentario y paleografía extraídos de la sección Acontecimiento Guadalupano, Boletín Guadalupano, año III, número 42». Archivado desde el original el 19 de julio de 2012. 
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  122. http://tv-episodes.prettyfamous.com/l/1899124/Juan-Diego-Messenger-of-Guadalupe (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
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Bibliografía

Enlaces externos